Así, a última hora de la tarde de ayer ya se habían acumulado más de 55 litros por metro cuadrado en Monfero, unos 52 en Melide, 50 en Viveiro, 48 en Forcarei, 46 en Fornelos y 43 en Guitiriz. En A Coruña se superaron los 31 litros, y en Pontevedra, los 30. «Son cantidades importantes», señaló Pablo González, de MeteoGalicia. «Pero dentro de la normalidad -matizó su compañera María Souto-, lo que ocurre es que hacía mucho tiempo que no llovía así, de forma tan generalizada». De hecho, añadió la meteoróloga, no se activó ninguna alerta por precipitación, aunque la Aemet sí lo hizo (de nivel amarillo, por más de 40 litros en 12 horas) en parte de la provincia de A Coruña, en A Mariña y la montaña lucense y en Pontevedra, en la zona del Miño y las Rías Baixas. «Puede que se alcanzase esa cantidad en algún punto, pero en general no han sido lluvias demasiado intensas, aunque sí continuadas», afirmó.
En el mar, la situación sí fue más complicada. Los efectos de Madeleine se notaron fundamentalmente en la costa, con alerta roja por oleaje en A Coruña y naranja en el resto del litoral, además de fuertes vientos, de más de 80 kilómetros por hora, lo que obligó a activar avisos de nivel amarillo en el noroeste de A Coruña, A Mariña y la montaña de Ourense. «Esta ciclogénesis solo nos ha tocado de refilón, no nos ha afectado su explosividad, sino su profundidad», dice González.
Pero aunque Madeleine no fue para Galicia la bomba meteorológica que supuso el Klaus, sí generó un mar de fondo y un mar de viento (mar combinada) que barrió el litoral de la comunidad con olas de gran altura. Ayer, la boya de A Coruña de Puertos del Estado registró por la tarde olas con una altura significante (media del tercio de olas más altas) de 7 metros, lo que significa que llegaron algunas de mayor tamaño. En las Sisargas se detectaron de más de 8 metros, mientras que en el sur, en Silleiro, también sobrepasaron los 7. En cuanto al viento, las rachas más intensas se registraron en Malpica (89,2 kilómetros por hora), en Cedeira (85,7) y en Cuntis (85,5).
Flota amarrada
Todo ello obligó a la flota gallega a permanecer amarrada a puerto. El mar de fondo impidió faenar a prácticamente todos los pesqueros de A Mariña, excepto a los buques de Gran Sol, que continúan en el mar. Zarparon algunos arrastreros, que a mediodía retornaron a puerto porque el mar de fondo aumentó y no les permitía trabajar. El temporal también mantuvo amarrada la mayor parte de la flota de la Costa da Morte, así como de Ferrol, A Coruña y Ribeira. En Marín, los barcos de litoral regresaron a tierra, y los pesqueros de Vigo y A Guarda tampoco salieron de puerto.
Además, a consecuencia de las fuertes lluvias, en Carballo, el Anllóns anegó la zona más baja del paseo del río, y el viento derribó dos árboles en Bergondo. En A Coruña, el paseo marítimo permaneció cortado al paso de peatones desde las 15.15 horas, y se cerraron los accesos a los principales arenales de la ciudad, Riazor, Orzán y Matadero, vigilados desde primera hora de la mañana para evitar que la tragedia volviese a teñir la costa coruñesa. Mientras, la montaña de Ourense y Lugo vivía otra jornada de nieve. A primera hora fue necesario circular con cadenas en el alto do Poio, en Pedrafita do Cebreiro, durante 20 kilómetros de la LU-633, y se interrumpió el paso a camiones y autobuses.
Más lluvia
Hoy se mantiene la alerta naranja por oleaje y la amarilla por nieve en la montaña. Los chubascos seguirán los próximos días. «No se ve la influencia de ningún anticiclón», avanzó Souto. Además, las temperaturas máximas tenderán a quedar por debajo de los valores típicos de abril. Un ejemplo: «Lo normal es que este mes en Pontevedra estén a 18 grados, pero hoy [por ayer] están a 11 y los próximos días, en 14 o 15».
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