Las lluvias que caen desde hace una semana en el sureste de Brasil se han ensañado hoy con la región montañosa del estado de Río de Janeiro, donde han causado al menos 237 muertos y decenas de desaparecidos y han dejado un escenario de horror.
La catástrofe, que se repite con las lluvias cada mes de enero desde hace años en el estado de Río de Janeiro, ha golpeado con fuerza la localidad serrana de Teresópolis, a 91 kilómetros de la ciudad de Río, donde se han confirmado 122 muertes, una cifra que puede aumentar pues las labores de rescate continúan. Mientras en la localidad vecina de Nova Friburgo ya son 97 las víctimas mortales, según el último informe de los bomberos, recogido por medios del país.
"Es la mayor catástrofe en la historia de Teresópolis", fundada en 1891, ha declarado el secretario del Ambiente del estado de Río de Janeiro, Carlos Minc, una afirmación con la que ha coincidido el alcalde de esa localidad, Jorge Mário Sedlacek, para quien las labores de rescate deberán continuar durante algunos días. "No hubo distinción entre pobres y ricos al caerse las casas. Se vino todo abajo", ha relatado a medios locales una mujer que logró escapar del derrumbe de la vivienda que ocupaba en la ladera de un cerro en Teresópolis.
Toneladas de barro
Las precipitaciones que comenzaron a caer durante la noche del martes también han ocasionado desastres en las vecinas Nova Friburgo, Petrópolis e Itaipava, todas localidades de intrincada topografía en las que los muertos por las lluvias sumaban casi una treintena. En Nova Friburgo, tres de las víctimas son miembros de un equipo de bomberos que participaba en labores de rescate y fueron sepultados por los escombros de un pequeño edificio que se vino abajo.
El departamento de Defensa Civil ha divulgado cálculos iniciales que hablan de al menos 50 desaparecidos, pero ha admitido que tanto esa cifra como la de muertos puede aumentar a medida que los equipos de socorro lleguen a las regiones en situación más crítica.
Según ha informado la propia Defensa Civil, muchos de los barrios de las ciudades afectadas permanecen incomunicados por los derrumbes, y los socorristas intentan abrirse paso entre toneladas de barro para ayudar a las víctimas y empezar las labores de búsqueda de cadáveres. Las imágenes de televisión, tomadas desde helicópteros, muestran desde barrios enteros sepultados por el lodo, del que asomaban apenas los techos de algunas viviendas, hasta vecinos aislados que pedían socorro agitando prendas blancas.
Labores de rescate
El gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, ha anunciado que ha pedido a la Marina el envío urgente de soldados especializados en rescates, así como aviones de transporte y equipos para remover el lodo, sobre todo de las carreteras. Cabral ha hablado telefónicamente con la presidenta del país, Dilma Rousseff, quien se ha comprometido a enviar "toda la ayuda disponible" de forma urgente y, además, según fuentes oficiales, ha decidido destinar unos 700 millones de reales (más de 300 millones de euros) del presupuesto nacional a esta emergencia.
Las autoridades brasileñas de Defensa Civil comenzaron a recaudar ayuda para enviar a las zonas del desastre, en las que se calcula que más de un millar de personas debieron dejar sus hogares y han sido acogidas de forma precaria en locales municipales y escuelas.
En enero del año pasado, mes que se caracteriza por torrenciales lluvias, al menos 75 personas murieron en derrumbes ocurridos en diversas zonas del estado de Río de Janeiro, incluidas varias de las que hoy han vuelto a ser sepultadas por el lodo. Esta vez, el desastre ha llegado a la región serrana de Río de Janeiro un día después de que un violento temporal causara al menos trece muertos en el vecino estado de Sao Paulo, donde todavía hay ciudades enteras bajo el agua. En Sao Paulo, la situación más crítica se registra en la ciudad de Franco da Rocha, cuyo casco urbano sigue totalmente inundado por las lluvias caídas este martes.
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