viernes, 14 de enero de 2011

LAS INUINDACIONES DE RIO DE JANEIRO,PRIMERA PRUEBA PARA DILMA ROUSSEFF

Detalle de una zona afectada por las inundaciones  Los muertos por las riadas y los deslizamientos de tierra ya llegan a 500

Brasil está de luto. Al menos 500 personas han muerto por las lluvias torrenciales que han azotado las tres ciudades montañosas del Estado de Río -Teresópolis, Petrópolis y Nova Friburgo- durante la madrugada del martes. La gravedad de las inundaciones y los deslizamientos de tierra que provocaron la mayoría de las muertes forzaron a la presidenta Dilma Rousseff a desplazarse a la zona desde Brasilia en lo que es su primera prueba desde que asumió el cargo el 1 de enero.
Acompañada por los ministros de Defensa, Nelson Jobim, del de Sanidad, Alexandre Padilha y del de Integración Nacional, Fernando Bezerra, nada más aterrizar en Río, Rousseff se reunió con las autoridades locales. El gobernador del Estado de Río, Sérgio Cabral, que regresó a toda prisa de sus vacaciones en Europa, sobrevoló con Rousseff las zonas afectadas. Tras el vuelo, la presidenta, visiblemente afectada, se limitó a decir: "La población puede esperar acciones firmes por parte del Estado".
La mayoría de las víctimas murieron ahogadas o arrastradas por las aguas, que en algunos ríos subieron hasta siete metros. El centro de la ciudad de Nova Friburgo, la que presenta el mayor número de muertos, estaba ayer sembrado de muebles y utensilios de todo tipo arrastrados por las aguas después de haber derrumbado las casas. A pesar de las llamadas de las autoridades para que las familias -más de 5.000- abandonaran sus casas ante la amenaza de derrumbe, pocas lo hicieron: "Teníamos miedo a que nos robaran lo poco que teníamos", afirmaron a los medios.
La situación está lejos de estar bajo control y las previsiones meteorológicas son poco halagüeñas: lluvias torrenciales por lo menos hasta mañana. Los bomberos pudieron llegar apenas ayer a muchas zonas de las tres ciudades afectadas y gracias al uso de poderosos tractores para atravesar las montañas de lodo y escombros amontonadas por las riadas.
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