lunes, 10 de junio de 2013

48 HORAS DE ALERTA POR LOS RIOS GUIPUZCOANOS

Las lluvias han vuelto a desafiar a Gipuzkoa durante todo el fin de semana, donde en un solo día han llegado a caer hasta 90 litros por metro cuadrado en varios puntos de la zona este, que se llevó la peor parte del temporal. El territorio se sacude hoy la humedad del cuerpo mientras hace recuento de los efectos de 48 horas de precipitaciones que han pasado factura en forma de desprendimientos, cortes de carretera y, sobre todo, de tensión por el estado de los ríos, que ayer hicieron temer lo peor en las cuencas del Urumea, Oiartzun, Deba y Oria. Con registros pluviométricos remarcables para no desentonar en un año extraordinario de lluvias, el caudal llegó a triplicarse a primeras horas del domingo, coincidiendo con la pleamar, lo que obligó a decretar el nivel de alerta naranja por el riesgo de desbordamiento en el Oiartzun y Urumea.
La palabra inundación empezó a pasar por la cabeza de los vecinos, desgraciadamente acostumbrados a observar con temor la crecida de los ríos, pero las cuencas soportaron las horas de máximo caudal. Si algo tienen de bueno cinco meses bajo el diluvio es que Gipuzkoa está suficientemente entrenada como para vivir 48 horas más de agua. El Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco había decretado la alerta amarilla por la persistencia de las lluvias hasta las dos de la tarde y fue más o menos a esa hora cuando empezó a estabilizarse la situación en todas las cuencas.
Por la tarde, cuando lo peor parecía haber pasado y hasta el cielo se atrevió a conceder unos minutos sin tener que abrir el paraguas, se hizo de nuevo de noche y regresó el martilleo de la lluvia que hoy seguirá pero de forma más débil. La presa del Añarbe, que abastece de agua potable a los vecinos de Donostialdea, se vio obligada a abrir uno de los desagües, con un caudal de 23 m3/s, indicaron desde Aguas del Añarbe. El embalse había permanecido «completamente cerrado» desde el inicio del episodio de lluvias. La última maniobra de desembalse se hizo de forma preventiva el pasado miércoles a las 17.30 horas pero el recrudecimiento de las precipitaciones el sábado por la noche colmató la capacidad del embalse. «Por orden expresa de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico», precisaron las mismas fuentes, la presa abrió uno de los desagües de fondo derecho de la presa a las 17.30 horas de ayer, lo que supuso una sobreelevación del Urumea en Ereñozu de aproximadamente 20 centímetros hacia las 19.30 horas, cuando volvió a decretarse el nivel amarillo de alerta en ese punto. Dos horas más tarde, repercutió en un aumento del nivel en San Sebastián. El resto de embalses de Gipuzkoa también se encuentran al 100% de su capacidad.
 Con un ojo se miraba a los ríos y con el otro a las carreteras. Porque la acumulación de agua causó varios desprendimientos, sin que hubiera que lamentar heridos. Uno de los puntos negros fue la carretera de la costa. La N-634 parece condenada. Justo cuando el tramo entre Getaria y Zumaia había sido reabierto el sábado, ayer por la mañana un deslizamiento de rocas y lodo sepultó el asfalto entre Getaria y Zarautz, lo que obligó a cerrar al tráfico este tramo. Para las 14.30 horas, el Departamento de Seguridad informaba de que la vía fue reabierta tras finalizar los trabajos de limpieza y estabilización. Pero a las ocho de la tarde, de nuevo hubo que mirar hacia ese punto del mapa viario. Un desprendimiento cortó la carretera, esta vez entre Zumaia y Getaria, en la zona de Orrua, precisaron desde Seguridad.

Diez derrumbes en Pasaia
El parte de daños fue un suma y sigue. Pasaia fue uno de los municipios más afectados por los efectos de las lluvias, informa Elena Viñas. Las alarmas saltaban de uno a otro distrito sin dar apenas tregua a los efectivos de Protección Civil y Guardia Municipal, que hubieron de repartirse a ambos lados de la bahía para atender las llamadas que avisaban de cerca de una decena de derrumbes.
El más importante se registró en San Pedro, donde la ladera cercana al cementerio se vino abajo y con ella, gran cantidad de tierra, rocas y árboles. Tres acacias de varios metros de altura se derrumbaron sobre el tejado del número 4 de la plaza Morales Oliver. El suceso tuvo lugar sobre las 6.30 de la mañana, cuando un fuerte estruendo despertó a los vecinos. Por suerte, no fue necesario desalojarles de sus casas, aunque tampoco se pudieron retirar los árboles caídos sobre el edificio. «Las raíces están sujetando el resto del monte. Esperaremos a que se seque», señaló José Nodar, responsable de Protección Civil en Pasaia. La tierra también cedió en las inmediaciones del astillero Ondartxo y en el barrio de Zamatete. El barro se extendió decenas de metros, anegando la pastelería de Pepi Mariñalena.
En Donibane, varios corrimientos de tierra cerraron el paseo a Puntas y un carril de la carretera de acceso al Liceo. También el paseo a Santa Ana se vio afectado por un desprendimiento que hizo reventar las ventanas del Hogar de jubilados, hasta el punto de desencajar algunas de ellas. Al igual que ya ocurriera tres semanas atrás, los vecinos de la zona alta de la calle Pescadería, en Trintxerpe, volvieron a despertarse con una rotura de tubería provocada por un nuevo corrimiento de tierra.
También vivieron una jornada sobresaltada los vecinos de la calle Bista Alai de Beasain, que tuvieron que ser desalojados de sus viviendas por precaución tras ceder parte de la ladera de un monte próximo.
En el balance de desperfectos también hay que incluir a la carretera GI-3440, entre Lezo y Hondarribia, donde se produjo un desprendimiento que afectó al tráfico desde las siete de la mañana, y en la GI-3750, la caída de un árbol inhabilitó para la circulación un carril entre Azkoitia y el alto de Elosua.