La palabra inundación empezó a pasar por la cabeza de los
vecinos, desgraciadamente acostumbrados a observar con temor la crecida
de los ríos, pero las cuencas soportaron las horas de máximo caudal. Si
algo tienen de bueno cinco meses bajo el diluvio es que Gipuzkoa está
suficientemente entrenada como para vivir 48 horas más de agua. El
Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco había decretado la alerta
amarilla por la persistencia de las lluvias hasta las dos de la tarde y
fue más o menos a esa hora cuando empezó a estabilizarse la situación en
todas las cuencas.
Por la tarde, cuando lo peor parecía haber pasado y hasta
el cielo se atrevió a conceder unos minutos sin tener que abrir el
paraguas, se hizo de nuevo de noche y regresó el martilleo de la lluvia
que hoy seguirá pero de forma más débil. La presa del Añarbe, que
abastece de agua potable a los vecinos de Donostialdea, se vio obligada a
abrir uno de los desagües, con un caudal de 23 m3/s, indicaron desde
Aguas del Añarbe. El embalse había permanecido «completamente cerrado»
desde el inicio del episodio de lluvias. La última maniobra de
desembalse se hizo de forma preventiva el pasado miércoles a las 17.30
horas pero el recrudecimiento de las precipitaciones el sábado por la
noche colmató la capacidad del embalse. «Por orden expresa de la
Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico»,
precisaron las mismas fuentes, la presa abrió uno de los desagües de
fondo derecho de la presa a las 17.30 horas de ayer, lo que supuso una
sobreelevación del Urumea en Ereñozu de aproximadamente 20 centímetros
hacia las 19.30 horas, cuando volvió a decretarse el nivel amarillo de
alerta en ese punto. Dos horas más tarde, repercutió en un aumento del
nivel en San Sebastián. El resto de embalses de Gipuzkoa también se
encuentran al 100% de su capacidad.
Con un ojo se miraba a los ríos y con el otro a las carreteras. Porque
la acumulación de agua causó varios desprendimientos, sin que hubiera
que lamentar heridos. Uno de los puntos negros fue la carretera de la
costa. La N-634 parece condenada. Justo cuando el tramo entre Getaria y
Zumaia había sido reabierto el sábado, ayer por la mañana un
deslizamiento de rocas y lodo sepultó el asfalto entre Getaria y
Zarautz, lo que obligó a cerrar al tráfico este tramo. Para las 14.30
horas, el Departamento de Seguridad informaba de que la vía fue
reabierta tras finalizar los trabajos de limpieza y estabilización. Pero
a las ocho de la tarde, de nuevo hubo que mirar hacia ese punto del
mapa viario. Un desprendimiento cortó la carretera, esta vez entre
Zumaia y Getaria, en la zona de Orrua, precisaron desde Seguridad.
El parte de daños fue un suma y sigue. Pasaia fue uno de
los municipios más afectados por los efectos de las lluvias, informa
Elena Viñas. Las alarmas saltaban de uno a otro distrito sin dar apenas
tregua a los efectivos de Protección Civil y Guardia Municipal, que
hubieron de repartirse a ambos lados de la bahía para atender las
llamadas que avisaban de cerca de una decena de derrumbes.
El más importante se registró en San Pedro, donde la ladera
cercana al cementerio se vino abajo y con ella, gran cantidad de
tierra, rocas y árboles. Tres acacias de varios metros de altura se
derrumbaron sobre el tejado del número 4 de la plaza Morales Oliver. El
suceso tuvo lugar sobre las 6.30 de la mañana, cuando un fuerte
estruendo despertó a los vecinos. Por suerte, no fue necesario
desalojarles de sus casas, aunque tampoco se pudieron retirar los
árboles caídos sobre el edificio. «Las raíces están sujetando el resto
del monte. Esperaremos a que se seque», señaló José Nodar, responsable
de Protección Civil en Pasaia. La tierra también cedió en las
inmediaciones del astillero Ondartxo y en el barrio de Zamatete. El
barro se extendió decenas de metros, anegando la pastelería de Pepi
Mariñalena.
En Donibane, varios corrimientos de tierra cerraron el
paseo a Puntas y un carril de la carretera de acceso al Liceo. También
el paseo a Santa Ana se vio afectado por un desprendimiento que hizo
reventar las ventanas del Hogar de jubilados, hasta el punto de
desencajar algunas de ellas. Al igual que ya ocurriera tres semanas
atrás, los vecinos de la zona alta de la calle Pescadería, en
Trintxerpe, volvieron a despertarse con una rotura de tubería provocada
por un nuevo corrimiento de tierra.
También vivieron una jornada sobresaltada los vecinos de la
calle Bista Alai de Beasain, que tuvieron que ser desalojados de sus
viviendas por precaución tras ceder parte de la ladera de un monte
próximo.
En el balance de desperfectos también hay que incluir a la
carretera GI-3440, entre Lezo y Hondarribia, donde se produjo un
desprendimiento que afectó al tráfico desde las siete de la mañana, y en
la GI-3750, la caída de un árbol inhabilitó para la circulación un
carril entre Azkoitia y el alto de Elosua.