Se hizo esperar, y aunque tarde, llegó con mucha
violencia. La profunda borrasca que cruzó ayer Cantabria dejó chubascos
muy intensos, provocó crecidas en los ríos, inundaciones en algunos
puntos de la región, argayos y cortes en algunas carreteras y un sinfín
de incidencias. La ciclogénesis 'Gong' comenzó a hacer saltar las
alarmas a media tarde. A partir de las cinco el cielo tornó de color,
empezaron a vaciarse las nubes y fue la hora a partir de la cual los
servicios de emergencia de toda la región tuvieron que multiplicarse
para atender las decenas de avisos. Ninguno de los percances provocó
daños personales.
El agua -y donde lo hizo en forma de nieve- fue el mayor
causante de los problemas que originó el paso de la ciclogénesis.
Precipitaciones superiores a los 30 litros por metro cuadrado, buena
parte de ellos caídos por la tarde en un corto lapso de tiempo, vinieron
a saturar el terreno y contribuyeron a que ríos y pequeños arroyos se
desbordaran e inundaran sus alrededores. El río Saja lo hizo en varios
puntos del valle; el Besaya en Los Corrales; y, entre otros, el arroyo
que baja de Sierra Prío, en Unquera.
Ríos en nivel de 'seguimiento'
Anoche se vigilaba de cerca la crecida del Deva, que se
rebasó en Potes y cuyo caudal a la altura de Ojedo había pasado de un
día para otro de 0,7 metros a 1,5 metros de altura, y de llevar un
caudal de 8 metros cúbicos por segundo a bajar con más de 31 metros
cúbicos. Esas cifras hicieron que la Confederación Hidrográfica del
Cantábrico (CHC) colocara a este río en el nivel de 'seguimiento', como
también su afluente Bullón. Aguas abajo, al entrar en tierras
asturianas, el Deva ya estaba en 'prealerta' a su paso por Panes, de ahí
que en Unquera se vigilara de cerca su caudal, sobre todo a la altura
de Molleda, punto donde se encuentra con un arroyo que baja de Prío,
que suele provocar inundaciones en circunstancias como las actuales. A
última hora de ayer, afortunadamente, no había llegado a producirse.
También la CHC y los servicios de emergencia estaban
atentos a la evolución en los ríos Besaya y Pas, ambos en nivel de
'seguimiento'. El primero, en Arenas de Iguña, superaba los tres metros
de altura y desalojaba 126 metros cúbicos por segundo, un caudal que
frenaba el desemboque de pequeños afluentes (Muriago, Cieza, Rebujas),
provocando que éstos rebosaran su curso e inundaran bajos, garajes,
urbanizaciones y calles en Corrales de Buelna, Cohíño, Barros y San
Mateo.
Tantas incidencias se produjeron en aquella zona que los
cuerpos de Protección Civil se vieron desbordados por las llamadas de
emergencia. La alcaldesa, Mercedes Toribio, pidió el apoyo de otras
agrupaciones, que fueron llegando entrada la tarde. También desbordados
de trabajo estuvieron los agentes de la Policía Local de Los Corrales y
Cartes.
Problemas en la A-67
El Pas bajaba anoche por Puente Viesgo con un caudal de
400 metros cúbicos por segundo, lo que para la CHC significa superar
incluso el umbral de 'prealerta', lo mismo que a su paso por Carandía,
sin que se detectaran rebases. El resto de los ríos de la región
presentaban caudales normales, con tendencia a crecer.
Y es que el agua fue omnipresente y en grandes cantidades
durante toda la tarde y parte de la noche. Dificultó la circulación en
algunos puntos, principalmente en todo el eje de la A-67. En una zona
próxima a Los Corrales, en el kilómetro 176, un desprendimiento de
tierra en la zona de La Cuesta acabó en la autovía y dejó impracticable
uno de los carriles.
Carretera arriba, el agua se transformó en nieve a partir
de Montabliz. Sobre todo en sentido ascendente, causó problemas a
numerosos vehículos, y algunos acabaron cruzados. A la altura de Reinosa
y en su comarca la nieve dejaba entro 8 y 10 centímetros, ralentizando
la marcha por la autovía en determinados momentos y dificultando el
tránsito por Pozazal, que anoche quedaba cerrado para vehículos pesados y
exigía el uso de cadenas a los turismos.
No fue tampoco desdeñable el fuerte viento, que llegó a
soplar por la tarde con rachas de hasta 100 kilómetros por hora, como
las que se midieron en Santander, o las rachas de 97 en Reinosa o las
superiores a los 90 en Santillana y San Vicente, ventoleras que en
algunos puntos provocaron caída de árboles.
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