miércoles, 30 de enero de 2013

EL OLEAJE OBLIGA DESALOJAR EL PUERTO DE SANTANDER

 
El fuerte oleaje (la costa cántabra se encontraba ayer de nuevo en alerta naranja por grandes olas) y la pleamar dieron ayer un buen susto a los pescadores, curiosos, surfistas y fotógrafos aficionados que se encontraban por la tarde en el espigón del hotel Chiqui contemplando el espectáculo de la fuerza del mar rompiendo contra la costa. Un golpe de mar sorprendió a todos, lo que obligó a intervenir con rapidez a la Policía Local de Santander y a los servicios de Protección Civil para desalojar la zona, primero; retirar los coches que se encontraban aparcados en la avenida, segundo; y proceder a cortar la zona para evitar nuevos sustos, tercero. 
 
Y es que, sorprendentemente, el Ayuntamiento no había cortado la avenida García Lago como hace habitualmente cuando los meteorólogos lanzan los avisos de alerta. Así que, tras el primer susto, unas doscientas personas aproximadamente tuvieron que ser advertidas para abandonar la zona. Los agentes de la policía procedieron a acordonar la zona desde el espigón hasta la glorieta de García Lago e, incluso, los vehículos que tenían que acceder hasta el hotel sólo podían hacerlo si el automóvil era aparcado en el parking subterráneo.
Sobre las siete de la tarde, las olas en esta zona de El Sardinero registraban una altura de 3,7 metros de alto, con periodos de 14 segundos. Aunque la jornada fue mucho más tranquila que la del lunes -cuando en la mar se dejaron notar los efectos del ciclón 'Jolle'- la boya de la Red Vigía situada frente a la Virgen del Mar registró una ola máxima de 8,9 metros.
«A pesar del peligro que representa, la gente, a veces, es muy remisa a escuchar los consejos que les damos», explicaba ayer uno de los agentes que custodiaban la entrada a la avenida García Lago. «Varias veces he tenido que insistir a un hombre mayor para que abandonara la zona». Y es que la curiosidad mandó ayer para casa a más de una persona empapada de la cabeza a los pies y con un buen susto en el cuerpo: «La gente se acoda en la barandilla para ver cómo cogemos las olas, y no se dan cuenta de que representa un peligro», explicaba uno de los surfistas que ayer dio el aviso del efecto del fuerte oleaje.
EA2CPG