Al menos 60.000 personas se encuentran en centros de acogida
por las inundaciones y los deslizamientos de tierra principalmente en
las regiones de Visayas y Mindanao, donde los soldados buscan a decenas
de desaparecidos.
Según la televisión local ABS-CBN, ya son 49 los cadáveres
recuperados desde ayer tras la crecida de un río y avalanchas de tierra
en el Valle de Compostela, en la isla de Mindanao, una zona de yacimientos mineros.
Además, 51 personas murieron en la provincia de Davao
Oriental, también en Mindanao, mientras otra decena de fallecidos se han
registrado en otros puntos de esta isla, donde hay cientos de heridos.
El último informe de la Oficina de Defensa Civil también registra tres muertos en la provincia central de Visayas.
«Bopha» entró en la madrugada del martes por el sureste del
archipiélago con fuertes lluvias, de entre 10 y 18 milímetros por hora,
que dejaron a miles de personas con en sus barriadas con el agua hasta
la cintura, ríos desbordados y carreteras y campos anegados.
La mayor parte de los evacuados, unas 55.000 personas, son
residentes en las provincias más orientales de Mindanao, como Surigao
del Norte y del Sur, Agusan del Norte, Lanao del Norte y Misamis
Oriental, por donde entró esta mañana el tifón.
Las autoridades se habían preparado para su llegada con la
reubicación de las personas en zonas de riesgo y la suspensión de las
clases en las provincias afectadas.
Cerca de 150 vuelos fueron suspendidos y miles de personas se encuentran atrapadas en los puertos.
Los destacamentos que las Fuerzas Armadas habían preparado
para participar en contingencias ya han entrado en acción, para asistir a
las autoridades locales en tareas de rescate o ayuda humanitaria.
El último de la temporada
«Bopha» o «Pablo» cierra la temporada de tifones en Filipinas, estación que todos los años atrae entre 15 y 20 tifones y que empieza por lo general en junio y concluye en noviembre.
Unas 180 personas perdieron la vida en el archipiélago
filipino durante el mes de agosto tras el paso de varios huracanes y
depresiones tropicales que inundaron durante dos días el 60% de Manila.
Además, las inundaciones causaron más de 3 millones de
afectados y tuvieron un fuerte coste económico por los destrozos en las
infraestructuras y los daños a la agricultura.
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