martes, 8 de mayo de 2012

20 DERRUMBES EN CARRETERA MEDELLIN BOGOTA


La medianoche del domingo no fue nada agradable para Alfonso Arbeláez , conductor del camión de placas WWE 474, al cual le cayó un alud de varias toneladas de tierra encima, y si él se salvó fue porque Dios no lo necesitaba todavía.
El incidente le ocurrió en el kilómetro 44, Calderas, jurisdicción de San Luis, en la autopista Medellín-Bogotá, vía que desde su apertura se ha convertido en una suerte de calvario para el transporte por las pérdidas que sufre invierno tras invierno y tumba para numerosos conductores que han perdido la vida allí. En los últimos quince días las desgracias naturales no han dado tregua. Hoy es, quizás, la carretera más afectada en el departamento.
De hecho, no es menuda lo que allí se pierde por los deslizamientos y el diseño de una vía que es preferible no cruzar en invierno. Según las cuentas que hace Luis Orlando Ramírez, director de la Asociación de Transportadores de Carga (ATC), el cierre de la vía puede generar pérdidas de hasta 10.000 millones de pesos al día.
En promedio, por el peaje de Copacabana, primero que se encuentran los usuarios de la autopista al salir de Medellín pasan 12.000 vehículos. Del tráfico total, el 35 por ciento corresponde a camiones de carga, un 40 por ciento más a particulares y 25 por ciento a buses y busetas.
En cambio, en el peaje de El Santuario el promedio de vehículos diarios solo asciende a 3.500 carros, de los cuales la mitad son camiones, 30 por ciento automóviles y el 20 por ciento restante transporte de pasajes.
Amanecer de miedo
Mientras se toma una gaseosa y come un almuerzo que le llevó John Fredy Alzate , su patrón, Alfonso casi no pronuncia palabra. Siendo la 1:00 de la tarde de ayer lunes, no había "digerido" el susto y atribuye a un milagro divino el hecho de haber salido ileso.
"Iba manejando, oí como tronar algo y traté de pasar, pero eso se vino encima... me tiró al piso hermano", narra Alfonso, que a las 11:30 de la noche, hora del derrumbe, iba solo para San Luis a recoger un ganado.
Fue el único conductor afectado con el deslizamiento. El camión quedó con la carrocería prácticamente destruida y con daños en la parte delantera. "Hay que esperar a ver qué me reconocen. Por ahora quedo sin trabajo, pues me gano la vida con esto", sostiene el dueño del camión, John Fredy.
Veinte derrumbes
Este es uno de los muchos sucesos acaecidos en las dos últimas semanas en esta vía, cuyo trayecto entre los municipios de Cocorná y San Luis se ha vuelto crítico por la cantidad de derrumbes que han interrumpido y afectado el tráfico normal por la zona.
Ayer, contratistas de Devimed, firma encargada del mantenimiento de la carretera hasta Río Claro, trabajaban rescatando el camión de entre el lodo y en remover la masa de tierra para despejar totalmente la vía. Había paso restringido de todas formas.
El fin de semana, la autopista también se vio afectada por otro derrumbe caído en el kilómetro 34, sector La Piñuela, en Cocorná, donde la masa de lodo también frenó el flujo en la mañana del domingo.
En otros dos puntos, la arteria que une a las dos capitales más importantes de Colombia presentaba problemas: uno en el sitio Aragones, kilómetro 63, de San Luis, donde grandes bolas de roca taponaban un carril.
Y el otro en Samaná, kilómetro 72 + 400, también jurisdicción de San Luis, donde un carril seguía tapado por un alud de lodo.
Eso sí, en todos los puntos se trabajaba intensamente para despejar la carretera y así permitir el flujo vehicular sin problemas.
Desde la misma vía, el director de operaciones de Devimed, John Jairo Otálvaro , señaló que en las últimas semanas la situación ha sido crítica.
"Hemos tenido entre 18 y 20 derrumbes. Nuestros ingenieros, en esos días, si acaso han dormido 3 ó 4 horas", precisó el funcionario, a quien como ingeniero le gusta ver con sus ojos lo que pasa en la carretera y por eso sale frecuentemente a recorrerla.
Monitoreo tecnológico
Para tener una visión más certera de lo que pasa en la zona, Devimed utiliza helicópteros pequeños, que funcionan a control remoto, pero que permiten tener registros fotográficos certeros.
"Es una tecnología que contratamos con una empresa, a esos helicópteros, que son juguetes de muchos niños, se les instalan cámaras y tienen un vuelo de 200 a 220 metros. Nos dan muy buenos registros aéreos de la carretera", explicó Otálvaro.
Además de esta tecnología, en la zona entre Cocorná y río Claro, hasta donde llega la jurisdicción de Devimed, concesionario de la vía, hay cerca de 70 personas que monitorean el trayecto todo el tiempo y que reportan al instante todo lo que sucede.
"Por eso logramos atender las emergencias con prontitud", señala.
El funcionario advierte que si no fuera por el sistema de concesión, la vía podría estar colapsada, pues el Estado nunca tendría los recursos para hacer las intervenciones tan pronto y con buena calidad.
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