El mayor de los sismos, registrado a las 06.17 horas, tuvo una magnitud de 2,3 grados y se produjo al noroeste del municipio de Frontera. Este evento fue localizado en el mar a 17 kilómetros de profundidad.
El resto de sismos registrados también se produjeron al noroeste de Frontera, entre los 16 y 22 kilómetros de profundidad. El último de ellos, de 1,7 grados, tuvo lugar a las 07.29 horas a unos 22 kilómetros de profundidad y epicentro en el mar.
Asimismo, este viernes se registraron en la Isla del Meridiano un total de 43 sismos de entre 1,6 y 4,6 grados. De ellos, tres llegaron a ser sentidos por la población y se localizaron al noroeste de Frontera. El primero de ellos, de 4,6 grados y una magnitud de IV-V de magnitud, ocurrió a las 00.20 horas a unos 21 kilómetros de profundidad y epicentro en el mar; el segundo se producía a las 02.41 horas a unos 20 kilómetros de profundidad y alcanzaba los 3,4 grados, y el tercero tenía lugar a las 05.30 horas con una magnitud de 3,1 grados a unos 24 kilómetros de profundidad.
La erupción del norte gana peso
La posible erupción en El Golfo siempre ha estado dentro de las posibilidades que manejan los científicos; era un «segundo escenario probable», ha repetido día tras día la portavoz científica del Plan Especial de Protección Civil por Riesgo Volcánico (Pevolca), María José Blanco. Ayer, por primera, confirmaba que cada día «gana peso la probabilidad de una erupción en el mar en El Golfo». Este matiz en el discurso de Blanco se produce después de que la madrugada del jueves al viernes se registrara un seísmo de magnitud 4.6, el mayor de los cerca de 11.500 terremotos que se han registrado desde julio. Los investigadores no descartan seísmos de mayor magnitud.
La certeza de una más probable erupción en el norte se debe, según Blanco, a que desde hace cuatro días los investigadores del Instituto Geográfico Nacional (IGN) han detectado que la deformación del terreno allí «ha aumentado de forma mantenida» y, además, ha habido un incremento de la magnitud de la sismicidad. Estos dos factores apuntan, dijo la directora del IGN en Canarias, a «una nueva entrada de magma en el norte», independiente de la que alimenta al volcán de La Restinga. Una erupción submarina en el norte sería «visualmente menor» que la de La Restinga y «afectaría a la población en menor medida» por la profundidad a la que se produciría, dijo Blanco.
También se ha incrementado la posibilidad de una erupción en tierra en el norte, aunque sigue siendo algo «muy improbable» dado que ni los gases, ni la deformación, ni la sismicidad en la zona lo indican.
El buque oceanogáficio Ramón Margalef inició ayer la segunda campaña batimétrica en El Hierro.
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