Para Barrera, tal y como están evolucionando los acontecimientos, no parece que se lleguen a ver las populares 'colas de gallo', o 'penachos eruptivos'. Así, indica que el cráter del volcán submarino continúa a unos 200 metros de profundidad. "Es posible que parte de su estructura se haya derrumbado, ya que las lavas corren cañón abajo y el cono no crece en altura", ha reconocido el vulcanólogo.
El volcán de La Restinga surgió a 300 metros de profundidad y, en 14 días, se elevó alrededor de 100 metros, una tasa de crecimiento de unos siete metros al día. "Si quisiera progresar en altura se necesitaría que la base se ensanchara considerablemente para ser estable el crecimiento en la vertical, lo que supone un ingente volumen de material que no parece se produzca", admite el experto.
CAMBIO DE FASE DEL VOLCÁN
Igualmente, señala que la única señal exterior que muestra el volcán es el burbujeo, aunque "cada vez menos". Sin embargo, el sábado 5 de noviembre se produjo una pequeña erupción subaérea, por lo que el "índice de explosividad ha tenido que ser alto", ha indicado Barrera.En este sentido, ha explicado que la presión del magma ha sobrepasado el nivel de presión marina y ha entrado, esporádicamente, en la segunda fase o fase hidromagmática. "Aunque tanto geólogos como ciudadanos están muy interesados en ver salir una isla y revitalizar el atractivo turístico de la zona, está claro que el volcán ha tomado otro camino", concluye el vicepresidente del Colegio de Geólogos.
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