Alemania da palos de ciego en busca de la 'E. coli' que ha matado a 22 personas y afectado a 2.200.- La finca sospechosa sale limpia de los análisis efectuados ayer.
En Bienenbüttel había ayer tan poco de reseñable que algunos reporteros empezaron a entrevistarse unos a otros. Un letrero labrado en madera anunciaba tras la verja de la Fichtestrasse el nombre que hizo zarpar tantas cámaras, periodistas e incluso un helicóptero de televisón, hasta la ignota localidad de Baja Sajonia: Der Gärtnerhof. Es la explotación agrícola sospechosa de haber originado la ola infecciosa que ha matado a 22 personas en Alemania desde mediados de mayo. De momento, los análisis de los laboratorios siguen sin dar con bacterias de la cepa de E. coli enterohemorrágicas (EHEC) O104:H4 en las pruebas recogidas en la pequeña empresa. Unos guardas de seguridad privada impedían entrar. Solo dieron una advertencia categórica: los propietarios no iban a hablar con nadie.El domingo, el ministro de agricultura de Baja Sajonia, Gert Lindemann, anunció que sus pesquisas apuntaban "con bastante claridad" a los brotes de vegetales "orgánicos" producidos allí. Basó sus acusaciones en el registro comercial de la empresa, cuyos productos se habían vendido, directamente o a través de intermediarios, en los principales focos infecciosos. Pero los laboratorios del ministerio, situados en Oldemburgo, no dieron ayer con la bacteria en 23 de las 40 pruebas tomadas en Bienenbüttel. Siguen buscando en las restantes. Los resultados se conocerán previsiblemente hoy. Los laboratorios del ministerio cuentan, además, con brotes de soja vendidos durante las semanas en las que más se extendió la bacteria. Su análisis puede aportar datos con los que resolver el misterio. Si los brotes vendidos hace tres semanas y guardados desde entonces en frigoríficos también dan negativo, la pista de Bienenbüttel perderá mucha fuerza.
Lo único confirmado era que la empresa estaba clausurada y toda su producción, retirada del mercado. Sea o no el origen de las masivas infecciones que mantienen en jaque a las autoridades sanitarias alemanas, no cabe duda de que el Gärtnerhof se enfrenta a la ruina total. Las sospechas se centran en sus cultivos de brotes vegetales de soja y otras leguminosas. La ministra federal de Consumo, Ilse Aigner, insistió ayer en que no conviene comer crudos ni tomates, ni pepinos, ni lechuga ni brotes de soja o similares en el norte de Alemania. Así que los habitantes del norte alemán tienen que tachar un nuevo producto vegetal de sus listas de la compra.
Un mes después de las primeras infecciones en la región de Hamburgo, las autoridades sanitarias continúan así con sus palos de ciego en pos de la bacteria. El día 26 de mayo, la senadora (ministra) de Sanidad de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks, anunció que habían encontrado EHEC en tres pepinos españoles. Hace hoy una semana que la propia Prüfer desmintió que fueran los causantes del brote infeccioso. El daño a los agricultores españoles y a la imagen de sus productos será hoy uno de los asuntos que tratará Aigner con sus homólogos europeos.
Los efectos de la bacteria
Hay en Alemania más de 2.200 personas infectadas por la EHEC O104, cientos de las cuales han desarrollado ya el peligroso síndrome urémico hemolítico (HUS). Causado por las toxinas que producen las bacterias de esta cepa en particular, el HUS es mortal en más de un 5% de los casos. Además de complicaciones renales, el EHEC O104 puede provocar daños neurológicos que, en ocasiones, conducen al coma. Solo se ha encontrado la batería en los análisis clínicos de los enfermos. Ninguna de las pruebas de comida o bebida analizadas por los diversos laboratorios implicados en la lucha contra el brote ha dado positivo.
Ayer, los vecinos de Bienenbüttel no escondían su escepticismo ante el circo mediático montado en su pequeño pueblo. Los niños parecían encantados dando vueltas con sus bicicletas alrededor de los trípodes. Pedían autógrafos a los periodistas, que firmaban encantados.
Sobre este asunto, que tiene en vilo a Alemania, las autoridades se contradicen unas a otras y lanzan pistas equívocas, en esta interminable alerta del E. coli. Según iban llegando los primeros desmentidos de los laboratorios, se iba afianzando ayer entre los presentes en Bienenbüttel la idea de que la pequeña explotación podría ser solo una nueva víctima de un ministro de provincia ansioso por terminar de una vez con la alerta sanitaria.
Eso se temía Dina Gramann, vecina de la plantación sospechosa, mientras paseaba a su labrador por el sendero paralelo al Gärtnerhof. "Primero España y sus pepinos y ahora mi pueblo y los brotes de soja; también los tomates y las lechugas... No me extrañaría que nos quitaran las vacas y nos acabemos alimentando de macarrones".
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