LOS PSICOLOGOS ACOMPAÑAN A LOS NIÑOS AL COLE
Sólo el 20% de los alumnos de los colegios del núcleo urbano acudió ayer a las aulas.
Fue el único que se acercó al edificio. Tenía que cumplir con su deber: informar a los padres que llamaban por teléfono para saber qué iba a pasar con los alumnos. Él hubiera preferido estar con los trasiegos de los seguros de su casa, que al igual que la de la mayoría de ciudadanos, está muy dañada. En las aulas no había nadie salvo él, el conserje. Los cristales, los restos de madera y escombros ocupan los pasillos por los que ayer debían haber corrido hacia el patio los alumnos de Infantil.
El colegio San Fernando es uno de los seis que ayer no pudieron reabrir sus puertas tras los terremotos. Con un optimismo sacado de dónde no lo hay, Juan Pedro confía que en poco tiempo las clases vuelvan a tener su imagen habitual. «Aquí vinieron dos técnicos el día después del terremoto. Nos dijeron que no había daños estructurales fuertes, pero sí es verdad que se han caído tabiques y hay problemas en los aseos. Confiemos en que las obras de reparación se realicen pronto». Mientras se terminan, los alumnos serán trasladado al colegio Juan González en horario de tarde.
Donde sí hubo ayer clase, aunque algo especial, fue en el colegio Pérez de Hita, en La Viña. A pesar de haber sido uno de los barrios más afectados por los temblores de tierra, el centro educativo no ha sufrido ni un rasguño, así que sus puertas ya están abiertas. Sólo sesenta alumnos de los más de seiscientos matriculados acudieron al colegio a primera hora de la mañana. En todo el municipio, de los 6.600 alumnos que debían asistir a clase ayer, lo hicieron 3.000, aunque sólo un 20% en los colegios del casco urbano.
También los profesores se presentaron en su puesto de trabajo. «Están llamando muchos padres para saber si se va a avanzar en la materia, ya les hemos dicho que estos días van a ser diferentes, se harán actividades de repaso porque hay muchos alumnos que ni siquiera pueden entrar a sus casas a coger libros o ropa», comentaba una portavoz del centro.
Los menores estuvieron acompañados por un equipo de atención psicológica de la Comunidad Autónoma. «Trabajan con los pequeños para ayudarles a superar sus temores. Hay alumnos que aún tienen mucho miedo, incluso algunos damnificados directos con familiares heridos». Entre los pocos niños que acudieron hubo muchos relatos sobre lo que han vivido desde la tarde del pasado miércoles. «Yo estaba en la iglesia ensayando para la Primera Comunión y tuvimos que salir corriendo», comentó un alumno de ocho años. Junto a él, Manuel Morales, también de ocho años, saca su valentía: «A mí ya no me da miedo, soy un chavalote».
Desde el centro matizan que «muchos padres no saben que hacer. La mayoría de las familias están fuera de la ciudad, en el campo o en la playa, y hasta que no avancemos un poco en los días que vienen no sabemos qué van a decidir. Algunos, sobre todo en el caso de los alumnos de Infantil, optarán por adelantar el final de curso, aunque eso no lo podemos saber ahora». Tampoco se impartieron ayer clases en los colegios Virgen de las Huertas, José Robles, San José, Sagrado Corazón, Madres Mercedarias y San Francisco.
EA2CPG