Algunos medios locales la llaman ya la boca de san Borondón en honor a la isla mitológica canaria que aparece y desaparece para confundir a los marineros. Y acaba de hacer mención a su nombre. A las 17.00 (hora peninsular) la boca del volcán submarino más cercana a La restinga, al sur de la isla de El Hierro, se manifestó en su forma más llamativa: una enorme burbuja que rompió arrojando agua y cenizas a una altura que los testigos cifran en más de 20 metros. A las 18.10, es proceso se repitió con menor intensidad.
Es un proceso similar al del sábado, y que obligó a desalojar la población. Aunque su significado, desde un punto de vista puramente científico, no está claro. Según explicó el lunes la directora en Canarias del Instituto Geográfico Nacional (IGN), María José Blanco, no implica que la boca haya subido o que el volcán haya entrado en una nueva fase. Eso sí, después de la segunda burbuja un intenso olor a huevo podrido, señal de que hay azufre en el aire, llegó a los curiosos que observaban el fenómeno desde un alto a dos kilómetros del foco.
Quienes sí pueden notar las consecuencias de las explosiones son los habitantes de La Restinga. El miércoles debía revisarse su situación y decidirse si pueden volver a sus casas. Pero con esta actividad, parece dudoso. No es que las concentraciones de azufre o de otros gases (sobre todo CO2) sean peligrosas, pero si una de esas burbujas llevara otros compuestos o lanzara cenizas, habría peligro para la población.
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