domingo, 26 de enero de 2014

300 POLICIAS COLOMBIANOS PEINAN LA GUAJIRA EN BUSCA DE BORJA LAZARO

Las autoridades locales creen que pudo ahogarse en el mar, perderse en el desierto o que le ha secuestrado una banda de contrabandistas.
La Policía Nacional colombiana ha desplegado un importante operativo para localizar al fotoperiodista alavés Borja Lázaro Herrero, desaparecido desde la madrugada del día 8 en Cabo de la Vela, pequeña localidad situada en el inhóspito departamento colombiano de La Guajira. «Turnos de 300 hombres peinan el desierto, colabora con nosotros el Ejército, mientras que la Armada Nacional también nos ayuda en los puertos de la zona. Aparte hemos distribuido imágenes del joven español por toda la región». Quien habla es el responsable del dispositivo, el coronel Alejandro Calderón, que ayer detalló vía telefónica para este periódico los pormenores de esta operación, las tres hipótesis que manejan, así como una exhaustiva reconstrucción de las últimas horas en las que se vio con vida a este 'freelance' de 34 años.
Según las investigaciones realizadas por sus hombres, Lázaro se hospedaba en la posada Jupuru, en la pequeña localidad costera, ubicada frente al mar Caribe. Acababa de llegar de hacer un fotorreportaje en una ranchería wayúu (también conocidos como guajiros), una comunidad indígena cercana que da nombre a esa península.
La noche anterior a su desaparición, Borja y unos amigos -dos alemanes, dos chilenos y dos colombianas- disfrutaron de una alegre velada frente al mar en la que «tomaron cervezas, quizá alguna más de la cuenta», precisa Calderón.
Pasada la medianoche regresaron al hostal, donde Borja ocupó una hamaca en la misma habitación que los ciudadanos alemanes y el hijo de ellos. «Hacia las cuatro de la mañana, el niño se despertó y descubrió a Lázaro tirado en el suelo. A la mañana siguiente ya no estaba allí», continúa el mando policial.
El responsable de la posada, Andrés Romero, corrobora esta versión. «Es cierto que se fue muy temprano. Cuando se despertó el resto, se dieron cuenta de que faltaban dos linternas y su teléfono móvil, pero el resto de su equipaje se quedó aquí, incluido el pasaporte y sus cámaras fotográficas», puntualiza.
El grupo había quedado a primera de esa mañana en ir de excursión en lancha a la cercana Punta Gallinas. Se presentaron todos menos Borja. A su regreso tampoco había aparecido y cada uno tomó un rumbo diferente. Pero ninguno dio parte a las autoridades.
Denuncia el jueves
Fue un hermano suyo, residente en la capital de Euskadi, quien preocupado por la falta de noticias -no respondía a las llamadas, aunque en ocasiones anteriores tampoco debido a la falta de cobertura- contactó con uno de los amigos alemanes. Como no supo decirle su paradero, interpuso el pasado jueves una denuncia en la comisaría de la Ertzaintza de Vitoria.
En ese momento se activó un protocolo internacional de emergencia. La Policía autonómica alertó a la Interpol y ésta, a la Policía Nacional colombiana. Fue entonces cuando el caso llegó a manos del coronel Calderón, máximo responsable policial en la región de La Guajira.
«Lo primero que hicimos fue intentar reconstruir sus últimas horas en elCabo. Y con los testimonios aportados, trabajamos sobre tres hipótesis básicas», describe el mando policial. «La que más fuerza tiene ahora mismo, pero que rogamos a Dios para que no se cumpla, es que cuando se despertó, al chico le entraron ganas de refrescarse». La posada se encuentra pegada a una playa. «Pudo meterse al mar y quién sabe lo que ocurrió». Ese día hubo aviso a los pescadores de la zona para que tomaran precauciones debido a las fuertes corrientes marinas. Por esta razón, la Armada Nacional rastrea la costa de esta península.
No obstante, más de 300 policías registran «palmo a palmo» los alrededores del Cabo de la Vela en busca de algún indicio. «Otra de las hipótesis es que pudo salir a la calle y, desorientado, entrar en el desierto y perderse».
Pero tampoco se descarta aún la opción del secuestro. No en vano, nada más conocerse su desaparición, llegó a la región el Grupo Antisecuestro y Antiextorsión de la policía colombiana, un equipo de élite conocido como Gaula. «Hace un año ya hubo un rapto de una pareja de Avilés al que esta unidad especial liberó», rememora el periodista Christian Avendaño. «Estamos pegados a Venezuela, por lo que ésta es una zona de mucho contrabando y quizá se topó con quien no debía», comparte. «Lo que no nos cuadra es que en aquel caso, los captores se comunicaron con la familia a los dos días. En esta ocasión, han pasado casi veinte y nadie ha llamado para reclamar la autoría», se lamenta Calderón.