viernes, 2 de noviembre de 2012

DESPUES DE LA TORMENTA LLEGA LAS PLAGAS EN NUEVA YORK

Mientras gran parte del noreste de Estados Unidos lucha contra las inundaciones provocadas por el huracán Sandy, las imágenes más dramáticas nos muestran el agua que cubre las ajetreadas calles de la ciudad de Nueva York, Nueva Jersey y la zona costera.
Las autoridades sanitarias advierten de que el agua estancada de las inundaciones puede suponer un riesgo para la salud, que podría agravarse con el tiempo.
David Doyle, portavoz de la Oficina para la Gestión de Emergencias de Nueva York, afirma que los desechos creados por las inundaciones pueden esconder botellas rotas e incluso animales, e instó a los ciudadanos a evitar el agua en movimiento, señalando que 15 centímetros de agua son suficientes para hacer caer a una persona al suelo.
El alcalde de Nueva York Michael Bloomberg declaró el martes que las inundaciones iban a ser tratadas de inmediato y pidió a los habitantes de la ciudad que evitaran el contacto con el agua, pues ésta ha podido electrificarse con redes eléctricas dañadas.
Por lo general, las corrientes de agua en grandes ciudades se consideran menos peligrosas que las rurales, que suelen arrastrar bacterias fecales de origen animal procedentes de la agricultura. Sin embargo, las plantas urbanas de tratamiento de aguas residuales pueden soltar agua residual sin tratar durante las inundaciones, pudiendo acabar en las calles y obstruir los desagües. Otros contaminantes serían la gasolina, la basura, etc.
Ver fotos de las zonas inundadas
El peligro de las aguas residuales
Joan Rose, de la Universidad de Michigan y especializada en riesgos de contaminación microbiana, señaló que las aguas residuales sin tratar pueden introducir bacterias, virus y parásitos que podrían ser el origen de varias enfermedades. «Con las bajas temperaturas de Nueva York, estos patógenos pueden sobrevivir durante meses», añadió.
Tras el huracán Katrina que devastó Nueva Orleans y la zona de alrededor en 2005, se registraron casos de infección por la bacteria vibrio, que se introduce en el cuerpo a través de heridas abiertas. Incluso los que van en botes y kayaks pueden contagiarse.
A partir de parásitos que se encontraban en el agua tras el huracán Katrina, que golpeó la Costa del Golfo de Estados Unidos, se transmitieron enfermedades con facilidad.
El riesgo en Nueva York podría ser aún mayor en algunas zonas, teniendo en cuenta las miles de toneladas de desechos que han ido a parar al río Hudson.
Para evitar el contacto con contaminantes peligrosos, la Agencia Federal de Gestión de Emergencias ha recomendado a los afectados por el huracán que sigan las instrucciones locales y hiervan el agua del grifo.
Igualmente, las autoridades de la ciudad han pedido a los residentes de la mitad sur de la isla que permanezcan en sus hogares hasta que el agua sea encauzada en canales.
E. Coli, la más peligrosaLa bacteria que más preocupa es Escherichia coli, conocida como E. coli, el organismo que la mayoría de los mamíferos utilizan en la digestión. Se encuentra en el intestino grueso y puede ser tóxico de pasar al estómago. Las inundaciones que arrastran aguas residuales en zonas de alta densidad pueden propagar esta bacteria.
E. coli se transmite bebiendo agua contaminada o ingiriendo alimentos que contienen la bacteria. Como resultado, se contrae gastroenteritis, una enfermedad común en países desarrollados.
A principios de año, la Union of Concerned Scientists (‘Unión de Científicos Preocupados’) publicó un informe enumerando los riesgos de las inundaciones urbanas y señalando que las inundaciones pueden aumentar debido al calentamiento global.
Las inundaciones pueden afectar las infraestructuras de agua potable, evitando la purificación del agua. Además, pueden provocar la creación de moho, cuya eliminación podría costarle a una ciudad miles de millones de dólares.
Sin embargo, este riesgo puede minimizarse considerablemente con operaciones de limpieza. «Sin duda la situación empeora con el tiempo», afirma Liz Perera, coautora del informe, científica medioambiental y analista de Sierra Club, importante organización medioambiental de Estados Unidos.
«Cuando el agua se estanca, bacterias como E. coli y muchas otras pueden propagarse con facilidad», añade Perera.
Las inundaciones multiplican casi siempre el riesgo de enfermedades
Incluso sin beber directamente agua salobre, los contaminantes pueden alcanzar el cuerpo humano a través del aire, o incluso del grifo. Con caminar a través de agua, las personas con heridas abiertas pueden infectarse; también frotarse los ojos tras haber tocado agua puede aumentar el riesgo de infección.
«Después de una inundación casi siempre se detecta el aumento de enfermedades, aunque no siempre las pruebas están bien documentadas», señala Joan Rose.
En un estudio de 1993 sobre Milwaukee, el sistema público de salud de Wisconsin descubrió que después de unas fuertes lluvias e inundaciones en las zonas más concurridas de la ciudad, aumentaron considerablemente las enfermedades gastrointestinales en los hospitales de la región, que afectaban más a los niños que a los adultos. En total se contagiaron 400.000 personas y se registraron más de cien muertos.
Para minimizar el riesgo, Rose sugiere evitar cualquier cosa expuesta al agua y recomienda lavarse las manos frecuentemente y estar al día de la vacuna del tétanos.
Una ayuda para combatir las bacterias es la luz del sol, que puede neutralizar el agua sucia con la luz ultravioleta. «Es una forma natural de limpiar el agua», afirma Nancy Hall, profesora de microbiología medioambiental de la Universidad de Iowa.
Sin embargo, si hay demasiada cantidad de agua en la calles, y especialmente en Nueva York, donde la luz del sol suele ser bloqueada por los rascacielos, las condiciones del agua pueden empeorar.
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