Sin embargo, el gobierno aún enfrenta una dura lucha para restaurar la confianza del público en la energía nuclear, después de que el desastre del 11 de marzo afectó a la planta Fukushima Daiichi y desató una crisis de radiación que causó evacuaciones masivas y una extendida contaminación.
El equipo de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA por su sigla en inglés) viajó a Japón a pedido del gobierno para revisar las pruebas de resistencia conducidas por la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial (NISA) para verificar si los reactores podían tolerar eventos extremos.
"Concluimos que las órdenes de NISA para las plantas de energía y su proceso de revisión para las evaluaciones de seguridad extensivas son consistentes con los estándares de seguridad de la IAEA", indicó James Lyons, líder del equipo de 10 miembros de la agencia con sede en Viena.
"Nos impresionó mucho el modo en que Japón implementó rápidamente las medidas de seguridad de emergencia después del accidente en marzo. También han sido muy activos en participar en la comunidad internacional para determinar los pasos a seguir", dijo Lyons a periodistas.
El especialista destacó áreas en las que Japón podría mejorar, como la comunicación con las comunidades locales acerca de las pruebas de resistencia.
"NISA había hecho un buen trabajo en la transparencia de la información en su página web, pero creemos que también es importante realizar reuniones en las cercanías de las plantas de energía nuclear para discutir sus conclusiones con la población local".
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