Las autoridades de Nueva Zelanda han confirmado la muerte de 29 mineros tras una segunda explosión de gas metano en la galería donde permanecían atrapados desde hace seis días. "No hubo supervivientes tras un nuevo masivo estallido bajo tierra", ha anunciado el responsable policial de los equipos de rescate, Gary Knowles.
Tras conocer la noticia, decenas de familias han abandonado llorando la sala de prensa, y algunos se han tirado al suelo y hayan arremetido contra la Policía por haberse negado a bajar al pozo para salvar a sus seres queridos, según testigos presenciales.
Knowles ha indicado que la explosión ha ocurrido a las 14.37 hora local (3.37 GMT): "En ese momento yo mismo estaba cerca de la entrada de la mina, y el ruido fue impresionante, igual de potente que la primera". A partir de ahora, la operación de salvamento ha pasado a la fase de recuperación de los cadáveres. Esta mañana se ha logrado taladrar un pequeño túnel hasta la galería, pero en cuanto se ha analizado el aire, los expertos han constatado una cantidad excesiva de monóxido de carbono y gas metano, así como insuficiente oxígeno.
Las labores de rescate se han visto paralizadas desde el primer momento por la reticencia de las autoridades a permitir a los equipos de rescate descender a la mina por el riesgo del gas tóxico, una reticencia que ha frustrado a las familias. También fracasó el intento de que un robot articulado enseñara el camino a los socorristas.
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