Dice un proverbio chino que «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». Hasta ahora, esta cita ha sido utilizada por la sabiduría popular para explicar la teoría del caos: en sistemas complejos, como la bolsa de valores o el tiempo meteorológico, un mínimo detalle puede cambiar drásticamente el resultado previsto para unas condiciones iniciales.
Un artículo de la revista científica «Journal of Glaciology» publicó, ayer, una demostración geológica de este efecto: los científicos de la NASA observaron cómo el tsunami provocado por el terromoto que asoló Japón el 11 de marzo, un fenómeno natural imponente, causaba, unas 18 horas después, la fractura de icebergs en los mares de la Antártida. Ambos territorios están separados por 13.600 kilómetros de distancia.
La NASA siguió el efecto del tsunami
Las razones del nacimiento de un iceberg son variadas. Normalmente, los científicos se pierden el proceso: observan los fragmentos de hielo abriéndose paso en las frías aguas y tratan de averiguar, en retrospectiva, la fuente.
Por eso, cuando el tsunami Tohoku se desencadenó en el océano Pacífico el 11 de marzo, el equipo de investigadores dirigido por Kelly Brunt, especialista de la criosfera en el Goddard Space Flight Center en Greenbelt, Maryland, comenzó a mirar hacia el sur.
Los científicos analizaron los registros de las caras más vulnerables de la costa de la Antártida y estudiaron modelos probables de propagación de las olas del tsunami. En solo 18 horas, el bravo oleaje viajó 13.600 kilómetros y llegó a la Antártida.
Dos nuevos icebergs
Utilizando imágenes de satélite, Brunt, junto con Emile Okal, de la Universidad de Norhtwestern, y Douglas MacAyeal, de la Universidad de Chicago, fueron capaces de observar dos nuevos grandes icebergs y pequeños bloques de hielo flotando en el mar de Ross, poco después de que el oleaje del tsunami alcanzara el continente del Polo Sur. Junto, el hielo desprendido equivalía a un área de 125 kilómetros cuadrados, dos veces el tamaño de la isla de Manhattan. No se había desprendido un bloque de tal tamaño en los últimos 46 años.
«Esto es un ejemplo no solo de la forma en que los eventos están conectados a través de grandes cadenas de distancias oceánicas, sino también como los acontecimientos de un tipo en el sistema de la Tierra, como el sistema de placas tectónicas, pueden conectarse con otro tipo de eventos aparentemente no relacionados: la aparición de icebergs en la capa de hielo de la Antártida», manifestó MacAyeal.
Brunt explicó el éxito de la investigación: «Sabíamos de inmediato que (el tsunami) era uno de los mayores fenómenos de la historia reciente y sabíamos que iba a provocar mucho oleaje. Esta vez, teníamos primero una fuente». «
Las olas del tsunami tenían solo 30 centímetros cuando llegaron a la plataforma de hielo Sulzberger, donde se produjeron los desprendimientos. Su consistencia, sin embargo, fue como el aleteo de la mariposa: suficiente para causar la fractura del hielo.
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