El fuego sigue plantando batalla en el valle de Castanesa, junto al parque natural de Posets-Maladeta, en el Pirineo oscense. Las llamas, que han destruido en torno a 1.600 hectáreas desde el jueves, han abandonado el sur de esta subcomarca de la Ribagorza y se concentran ahora en el noreste, en una zona muy montañosa cercana a la carretera N-230, que sube de Lérida al valle de Arán por el este de Huesca.
Ahí se concentró ayer la mayor parte del esfuerzo de los medios aéreos (ocho helicópteros y tres hidroaviones), dado que por su altitud, por encima de los 1.700 metros sobre el nivel del mar, resulta muy difícil combatir el incendio desde tierra. Además, la dirección del dispositivo antiincendios se trasladó de Laspaúles a Montanúy, que está más próximo a los focos más activos.
El viento volvió a amainar ayer, tras reavivarse la tarde del sábado, y permitió seguir adelante con las labores de extinción. Sin embargo, el dispositivo montado en el lugar del incendio no baja la guardia, pues las llamas podrían avanzar hacia los pueblos de Estet y Forcat, que pertenecen a Montanúy.
Con todo, no es en estos núcleos de escasos habitantes donde se emplean a fondo las brigadas terrestres, sino entre los despoblados de Seu de Dalt y Seu de Baix, que están situados algo más al sur. Allí cuatro bulldozers se dedican a limpiar el terreno y a abrir cortafuegos para impedir el paso de las llamas y, al mismo tiempo, posibilitar la llegada de maquinaria.
SIN CAMINOS Las laderas de las montañas, en cambio, son el objetivo preferente de los medios aéreos, en gran medida porque "ni siquiera existen caminos para llegar a muchos sitios", según señalaron ayer fuentes del parque de bomberos de Benabarre.
"Están bajo control dos tercios del territorio incendiado", aseguraron fuentes del Gobierno de Aragón, que no obstante precisaron que 40 de las 69 personas que fueron desalojadas el pasado jueves, cuando se declaró el fuego, todavía no pueden volver a sus hogares en las aldeas situadas a una y otra orilla del río Baliera, en el valle de Castanesa.
De forma que en estos momentos los vecinos todavía no pueden volver a 11 de los 14 núcleos que fueron evacuados como medida preventiva ante el avance de las llamas, que se vieron favorecidas por la sequedad del terreno y la vegetación y las elevadas temperaturas que se registran para esta época del año.
HIDROAVIONES Durante el día de ayer, los responsables de Protección Civil mantuvieron varias reuniones con los alcaldes de las localidades afectadas para estudiar el regreso de los desalojados. Sin embargo, existen muchas dudas sobre la conveniencia de esa medida. "El problema es que, al sur del valle de Castanesa, no se puede rematar el fuego", relató un bombero que forma parte del equipo de extinción. "Hay todavía brasas en puntos a los que no se puede llegar y existe el riesgo de que el viento las reavive y el incendio cobre fuerza de nuevo".
De hecho, ni siquiera el núcleo de Noales, situado a la entrada del valle, está enteramente a salvo del fuego. "Según cómo sople el aire, las llamas pueden cobrar fuerza de nuevo y avanzar hacia ese punto", indicó Nacho Escot, alcalde de Laspaúles.
En la jornada de ayer, la cuarta desde que empezó el incendio, los medios aéreos no cesaron de realizar pasadas sobre los sitios incendiados para descargar agua. Los ocho helicópteros movilizados se aprovisionan en una piscina del pueblo leridano de Vilaller y en otra del cámping de Laspaúles.
Los hidroaviones, tres en total, deben desplazarse más lejos para conseguir agua. Realizan un viaje tras otro al embalse de Mediano, situado al suroeste, a unos 45 kilómetros de distancia en línea recta. El recorrido completo, entre la ida y la vuelta, les cuesta 20 minutos, aproximadamente.
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