El pasado 17 de mayo se registró una erupción solar de clase M. El evento envió una ráfaga de partículas solares a casi la velocidad de la luz que llegó a la Tierra unos 20 minutos después.
Una llamarada de clase M es considerada "moderada", por lo menos diez veces menos potente que las de clase X, pero las partículas del 17 de mayo fueron tan rápidas y enérgicas que, cuando colisionaron con los átomos en la atmósfera terrestre, causaron una lluvia de partículas que cayeron en cascada hacia la superficie de la Tierra. La "ducha" creó lo que se llama un GLE (Ground Level Enhancement), algo traducible como aumento en el nivel de superficie.Los GLE son muy raros --menos de 100 eventos se han observado en los últimos 70 años--, cuando se dispuso de los primeros instrumentos capaces de detectarlos. Por otra parte, esta fue la primera GLE en el actual ciclo solar: una señal segura de que el ciclo normal de once años está aumentando a un máximo.
Este GLE tiene entusiasmados a los científicos por otra razón también. La misión PAMELA, abreviatura de carga útil para la exploración de antimateria, materia y qstrofísica de núcleos ligeros, midió al mismo tiempo las partículas del Sol que causaron la GLE. Las partículas solares se han medido antes, pero PAMELA es muy sensible a las partículas de alta energía que llegan a nivel del suelo en la Tierra.
Los datos pueden ayudar a los científicos a entender los detalles de las causas de este fenómeno meteorológico del espacio, y ayudarles a descubrir por qué una erupción relativamente pequeña fue capaz de producir las partículas de alta velocidad necesarias para provocar un GLE, informa la NASA.
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