Autoridades de Defensa Civil de Brasil confirmaron que el número de
muertos por las inundaciones y deslizamientos de tierras originados por
las intensas lluvias en el estado brasileño de Minas Gerais aumentó a
21.
El informe señala que tres personas fueron encontradas sin vida en
las últimas horas; dos fallecieron ahogadas en la ciudad de Virgolandia,
anegada casi completamente y un joven de 17 años de edad pereció
aplastado por la caída de un árbol durante un vendaval en el poblado de
Buritizeiro, otro ciudadano sigue desaparecido.
Defensa Civil también indicó que se incrementó de 51 a 84 la cifra de
municipios afectados por estas precipitaciones que azotan el sureste de
Brasil desde hace 12 días.
Unos siete mil de los diez mil damnificados se refugiaron en casas de
familiares y amigos, mientras 116 viviendas quedaron destruidas y otras
siete mil 99 sufrieron daños parciales.
Durante el recorrido realizado por la presidenta del país, Dilma
Rousseff y el Gobernador del municipio Valadares (noreste de Minas
Gerais), se mostró la magnitud del desastre causado por la crecida del
río Doce y las amplias áreas anegadas, así como por los deslizamientos
de tierra.
La mandataria anunció el envío de más ayuda humanitaria, en especial,
agua potable, alimentos, mantas y colchones e instó a las tropas del
Ejército y de la Defensa Civil a actuar con rapidez para evitar más
muertes.
El pasado martes, Rousseff también visitó municipios del estado de Espíritu Santo, afectado igualmente por los aguaceros.
De acuerdo con datos de la Defensa Civil de ese territorio, la cifra
de fallecidos asciende a 23, mientras que más de 60 mil personas fueron
evacuadas.
Las lluvias disminuyeron en algunas zonas del sureste del país y en
otras cesaron, pero continúan anegadas varias localidades, lo cual
impide el inicio de labores de reconstrucción.
El jueves, Defensa Civil indicó en un informe que van 45 fallecidos y
más de 60 mil desplazados en todo el país por las fuertes lluvias
registradas en estas dos semanas, que consideran las más fuertes de los
últimos 90 años.
La catástrofe natural que sacude al noreste y sureste de Brasil
mantiene en alerta a las autoridades que se encuentran desplegados para
atender la contingencia. El Estado brasileño diseñó un sistema de
distribución de comida y ayuda humanitaria para las víctimas.