Un incendio destruyó ayer en Oñati el caserío Baltzategi, situado en el barrio de Uribarri, junto a la carretera que asciende al Santuario de Arantzazu.
El suceso, en el que no hubo que lamentar heridos, se inició poco antes de la una de la tarde, y en pocos minutos adquirió grandes proporciones debido al viento reinante y a la abundante hierba almacenada en la parte alta de la casa. La vivienda quedó inhabitable. Sus propietarios, Reyes Agirrebalzategi y Begoña López, mostraban su desolación mientras veían impotentes cómo las llamas devoraban su casa. «Me he ido a trabajar a la mañana y ahora no me queda nada», se lamentaba la etxekoandre. Ninguno de los dos podía creer lo que sus ojos tenían ante sí. Su caserío se consumía en medio de una gran humareda negra sin que pudieran hacer nada más que mirar y esperar.
«Me he quedado con lo puesto, pero, afortunadamente, no ha habido daños personales y eso es lo más importante. Lo que pasa es que al ver que todos estamos bien -el matrimonio tiene dos hijos- te pones a pensar en todo lo demás, en los recuerdos, en la casa. siento una impotencia terrible».
Reyes se mostraba más afectado si cabe. Hombre de caserío, contemplaba desolado y en silencio el incesante trabajo de los bomberos. Él era el único de la familia que estaba en casa cuando se originó el incendio, pero no pudo hacer nada para controlarlo. Cuando se dio cuenta de lo que pasaba ya era demasiado tarde, pero aún así pudo rescatar a los animales que no sufrieron daños.
Cuatro paredes
La casa, según manifestaron quienes se acercaron a Uribarri al conocer la noticia, era insalvable. Y la caída del tejado lo ratificó. «Van a quedar las cuatro paredes, todo lo demás está perdido. Entre el fuego, el humo y el agua hay poco que salvar. Es una pena».
Al lugar se desplazaron varias dotaciones de los bomberos del parque foral de Zubillaga, que combatieron el fuego desde distintos frentes. Algunos vecinos de la pequeña barriada que está configurada por cuatro baserris consideraron que los equipos de extinción tardaron en llegar. «Ha venido antes la Ertzaintza que ellos, y eso que están en Oñati».
Las causas que provocaron el suceso eran ayer una incógnita. «No sabemos lo que ha ocurrido, pero estaba la chimenea encendida, así que pensamos que ha podido ser el desencadenante. Y, como la estructura de la casa es de madera y en el camarote teníamos unos 500 fardos de hierba seca que habían sido recolectadas para abastecer de alimento a los animales durante todo el invierno, las llamas han sido devastadoras» explicaban.
Begoña lamentaba que la virgen de Arantzazu, a la que tanta devoción tienen en el barrio de Uribarri, no les hubiera podido echar un capote en esta ocasión. Y es que se da la circunstancia de que Rodrigo de Balzategi, el pastorcillo que halló la Virgen en el espino mientras buscaba sus cabras en el monte, hace más de 500 años, era natural de Baltzategi, el caserío que ayer ardió pasto de las llamas. Ahora su caserío, como tanta veces ocurriera con el santuario mariano más visitado de Euskadi, tendrá que renacer también de sus cenizas.
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